Ya es hora de empezar a poner algo más serio en este blog. Algo que valga más la pena; que no parezca una observación de un capítulo de Seinfeld.
Desde pequeño busqué respuestas y cada pregunta sólo me llevó a más preguntas. Porque en cuanto se piensa algo por un rato, sea lo que sea, se cae en la cuenta de lo poco que se sabe sobre ese algo en cuestión.
Una de las cosas que desde siempre me aquejó fue la moral y la ética (sin saber realmente en qué se diferencian). Empezando a los 13-14 años, y con la inocencia de ese entonces, abordé el tema moral y político (pensando lo político como algo casi deducible de lo moral). No voy a explayarme en la cantidad de pelotudeces que pensé en los subsecuentes años, lo importante es que, como todo buen ignorante, arranqué con un convencimiento absoluto de lo que pensaba eran la verdad absoluta, que tenía las respuestas. Con el pasar del tiempo, de las charlas y de los libros; cada vez más me fui sumergiendo en un mar de incertidumbre.
Así estoy hoy en día. Me contento con saber distinguir a groso modo algunas cosas claras en las que baso el sistema de creencias que a su vez guían mis decisiones y acciones. En general se basan en la valoración del ser humano como ser consiente. En reconocer que hay cosas que son claramente malas, sin preocuparme mucho de porqué las considero malas. Por ejemplo, matar a un bebé es malo. Y ni siquiera pienso que eso sea malo por mayoría de votos de la población mundial, simplemente lo tomo como algo que es verdad y punto. Pero como todo, es una cuestión de grado. Si hay que asesinar a un bebe para salvar a media humanidad soy el primero en agarrar el cuchillo.
Es curioso, pero por más vueltas que le doy, siempre termino pensando que lo que hago es tratar de justificar con argumentos ad-hoc lo que a priori siento que está bien o que está mal. Tal vez tendría que callarme la boca, guiarme por mis sentimientos y ya. Este posteo se trata sobre esas racionaliaciones.
Hoy en día guío mis acciones, como todo el mundo supongo, basado en dos ideas totalmente antagónicas. El egoísmo y el altruismo. Pero con el tiempo me dí cuenta de que había una zona gris que no podía ser catalogada con ninguno de los nombres anteriores. Por eso es que hoy en día hay tres ideas que son la base de mi moral.
Para ser más preciso, pienso que mi moral consiste en la búsqueda de un equilibrio entre esos tres fines. Y lo que guía mi sensación de equilibrio son, nada más ni nada menos, que mis sentimientos (a veces moderados por mi razón). Algo más arbitrario que eso no conozco, pero es con lo único que cuento actualmente, lo lamento mucho.
El primer aspecto se basa en el principio básico de que el ser humano, como ser consiente de su propia existencia, es un fin en sí mismo. Es el aspecto más básico, que me indica que no está mal asegurarme cierto placer, pero en el amplio sentido, incluyendo la elevación espiritual generada por la adquisición de conocimiento, o la apreciación de una obra de arte.
Siempre me gustaron frases como:
"La capacidad de la conciencia de si mismo hacen del ser humano algo no desechable, digno de conservar". O también: "La capacidad de adquirir conocimiento y usarlo para guiar sus acciones hacen del ser humano algo que está más allá de lo arbitrario de su existencia. Porque es capaz de mejorar con el uso de la razón la porquería arbitraria que la evolución dictaminó que tenía que hacer". (También por eso es que pienso que no se deben buscar atajos en el conocimiento que impliquen cortocircuitos en un sistema que debería estar basado en la duda constante, como puede ser creer en dios por ejemplo).
Me gusta pensar que los placeres que busco se basan mucho en esto y en ciertos placeres más carnales, siempre que no entren en contradicción con lo anterior.
Pero esto de que "el ser humano sea un fin en sí mismo", rápidamente genera la idea del altruismo (es curioso como esa frase puede servir de génesis tanto para el altruismo como el egoísmo).
Esto nos lleva al segundo aspecto, a que indudablemente no podemos hacernos los boludos. Una vez asegurada una subsistencia razonable (y esta es la parte arbitraria, es decir, qué quiere decir acá "razonable"), debemos ayudar a que los demás la consigan.
Pero no contento con axiomas de ese estilo, por la pobreza a la que pronto nos llevan, terminé agarrándome de lo más discutible y librado a la interpretación de todo, esto es, la capacidad de sentir amor. Esto nos lleva al tercer aspecto, y aquí un ejemplo aclara más que mil explicaciones. Supongamos que tengo una novia a la que amo mucho. Naturalmente deseo con más ganas que le vaya bien a ella que a otro desconocido. Eso es una mezcla de las dos cosas, altruismo y egoísmo. Yo sé que ella también me ama, y me mima, etc, por lo que es totalmente egoísta querer que le vaya bien, porque su buen humor redunda en beneficios para mí, y eso yo lo sé. Pero por otro lado yo la amo, es amor puro y genuino, lo que me hace querer que le vaya bien por ella. Es decir, que ella sea feliz es un fin en si mismo aún más valioso que que le vaya bien al resto de la humanidad.
Para ir resumiendo, se podría decir que baso mi ética en tratar de manter un equilibrio entre tres amores muy distintos. El amor a mí mismo, el amor a mis seres queridos y el amor a la humanidad en general. Y para mantener ese equilibrio trato de guiarme por mi sentimientos.
Sin embargo, hace años ya que siento que no estoy para nada en equilibrio. Fui bastante afortunado en la vida, y pienso que de los tres aspectos, en el último, en el del altruísmo puro, es en el que estoy en rojo. Muchas veces trato de compensarlo tratando de extender mucho la parte gris, tratando de que gente que apenas conozca reciba algo de mi parte que contribuya a su felicidad, al menos un poquito. Pero sigo estando en rojo, y eso es algo que me perturba y no va a dejar de perturbarme.
martes, 22 de abril de 2008
lunes, 14 de abril de 2008
Las Escaleras de Subte También
Situación: estación con mucho tránsito de gente en hora pico; y para salir de la estación hay dos opciones, escalera común o mecánica. Lo que me resultó muuuuy curioso es que en las escaleras mecánicas se forma una suerte de doble carril. Este posteo se trata sobre este fenómeno. Lo loco es que está el carril rápido, curiosamente el de la derecha (como si la escalera siguiera, por un extraño motivo, las mismas reglas que una autopista), y el lento, de la derecha. Por el carril rápido la gente sube la escalera, sumando la velocidad propia a la de la escalera mecánica. Por favor! como si se ahorrara tanto tiempo. Además te la entiendo si estás bajando al subte, porque siempre está el fantasma de "huy, se me está yendo el subte y voy a tener que esperar 15 minutos como un boludo" (aunque igual pensemos un poquito... ¿realmente cuántos subtes logramos madrugar así?). Pero no, viejo, cuando uno se baja del subte, ya está, la oficina no se va a ir a ningún lado. Se puede tranquilamente tardar 30 segundos más y disfrutar de la escalera mecánica, en lugar de anular totalmente la dulce sedentaridad que nos brinda. Si queres hacer ejercicio, para eso está la escalera común. Además no es que la gente sube por la mecánica porque es la que tiene más cerca, no, la elije deliberadamente, hace la cola para ir por ahí, y después de pone a peldañar. Lo gracioso es que es más tiempo el que se pierde en la cola (por no ir por la escalerá común) que el que se gana por subir peldañeando. El fenómeno del carril rápido ya está tan institucionalizado, que si entras en él y no te moves, quedando el vacío delante tuyo, los que están atrás tuyo llegan a empujarte o por lo menos ponerte cara de orto. La presión es tal, que muchas veces debe pasarse al carril lento si no se quiere ser inmolado por los apurados. La técnica para esto también es curiosa: se debe buscar el peldaño de arriba con carril derecho libre más próximo y pegar un salto (donde había otra persona con las intensiones opuestas a las nuestras que también hizo un cambio de carril). No voy a caer en el lugar común de decir que esto es culpa de la alienación que nos rodea, y que la causa de esto es, a fin de cuentas, que nos tatuaron en el cerebro que no podemos tardar ni medio segundo más en nada. A lo que apunto, y voy a volver sobre este tema, es que ahora está prohibido colgarse. Para mí, viajar en transporte público, y en general viajar, es una oportunidad para reflexionar. Sobre todo en los transbordos cuando no hay ni mp3, ni libro, ni revista, ni nada posible que nos distraiga. En esos momentos, en los que no nos queda otra que prestar atención, disfruto de ver las caras de la gente, observar detalles. Escotes, trajes mal planchados, medias relucientes con zapatillas rotosas, cayos monstruosos sobre zapatos de taco, pelos de oreja, ojos celestes, puntos negros del tamaño de mi pulgar, gel usado de la forma más mambrusera, etc. Por eso cuando voy en la escalera mecánica me gusta mirar para atrás, ver el conglomerado de gente, y fantasear con cómo serán la vida y las ilusiones de cada una de esas personitas que a pesar de estar en medio de ese mar de caras, de alguna forma se creen únicos e irrepetibles en el universo. ¿A quién se le ocurre que voy a perderme ese momento por ganar treinta segundos en el laburo?
martes, 1 de abril de 2008
Los Bondis Finitos me Rompen las Pelotas
Que el transporte público anda cada vez peor no es novedad para nadie. Cuando yo era chico, y en realidad hasta hace pocos años, si no era hora pico viajabas sentado. Ahora no viajas sentado ni a las 3 de la mañana. Para colmo de males están esos bondis nuevos, finitos, con puerta sólo en el medio y con un escalón de un metro de alto para acceder al fondo ¡dios mío que diseño malísimo! se ve que en Alemania, los 15 ingenieros que diseñaron ese tipo de bondis no tienen el problema de vivir en una ciudad sin la menor planificación urbana.
Encima yo no sé que pasa, porque todos sabemos que hay que ir al fondo, para hacer lugar para los que vienen detrás nuestro. Pero la gente en su afán de querer asiento a como de lugar, no quiere estar esperando parada "en segunda fila", porque "en segunda fila" nunca se liga asiento. Eso hace que bloqueen el pasillo y se formen cuellos de botella. Lo peor es que cuando uno quiere ir para el fondo, las viejas te tiran esas miraditas de "bestia, no ves que estoy yo?", ¡por favor señora, esto no es un remís! -vieja de mierda, si querés que no te choquen andá para el fondo-.
Encima yo no sé que pasa, porque todos sabemos que hay que ir al fondo, para hacer lugar para los que vienen detrás nuestro. Pero la gente en su afán de querer asiento a como de lugar, no quiere estar esperando parada "en segunda fila", porque "en segunda fila" nunca se liga asiento. Eso hace que bloqueen el pasillo y se formen cuellos de botella. Lo peor es que cuando uno quiere ir para el fondo, las viejas te tiran esas miraditas de "bestia, no ves que estoy yo?", ¡por favor señora, esto no es un remís! -vieja de mierda, si querés que no te choquen andá para el fondo-.
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